PUBLICACIÓN POR CHRISTIAN CASTAÑEDA / 23 DE SEPTIEMBRE 2019
No obstante, hay muchos que aún desconocen la carrera literaria de esta figura pública, misma que le ha traído frutos positivos. Tenemos, como ejemplo, el caso de su primera novela Lengua de pájaro, lanzada en el 2002 y ganadora del premio Mario Monteforte Toledo. Su historia nos lleva por la vida y experiencias del protagonista a quien todos conocen como Juan Caca, el líder de un grupo de bandidos inadaptados, sin familia ni ilusiones. Del mismo modo, también conocemos a aquellas personas que forman parte del entorno social en el que Juan comete sus fechorías, donde la pobreza extrema, la delincuencia y la muerte conviven dentro de un lazo letal que parece imposible de romper.
Lengua de pájaro es una novela de prosa sencilla que se puede terminar de leer en cuestión de horas. Utiliza coloquialismos criollos que cualquier guatemalteco comprenderá al instante y transportará al lector hacia situaciones que un guatemalteco de clase media o superior desconoce, pero que son una realidad latente para los que han nacido en los barrios menos privilegiados de la Ciudad de Guatemala. Esto es algo que solo puede relatarse cuando se ha vivido en carne propia, y es el mismo autor el que nos lo revela en el prólogo: «Efectivamente, viví en la zona 6, en un sector pegado a la colonia Santa Luisa, y jugué futbol [sic], y desde joven, compartí con ladrones, asaltantes y vendedores de drogas. Su mundo no me era ajeno.»
Al ser una obra netamente guatemalteca, Lengua de pájaro toca temas escabrosos que, lamentablemente se encuentran enquistados en nuestra sociedad: la trata de blancas, el aborto en los adolescentes por embarazos no deseados, el machismo llevado al extremo, el consumo de estupefacientes y el abuso de poder por parte del ejército guatemalteco durante la época del Conflicto Armado Interno. Del mismo modo, también se explora el lado humano de varios de los protagonistas como la Mocosita, quien con sus aires revolucionarios e idealismos se preocupa bastante por el futuro de su amada patria Guatemala, al punto de recitar un bello discurso en medio de ese alud de problemas que cae sobre su existencia. Otros personajes como doña Tona, el padre Anselmo y don Pancho, son vivos ejemplos de personas de escasos recursos con un corazón de oro que merecen una vida mejor. Es entonces cuando Haroldo Sánchez hace uso de sus habilidades periodísticas para resaltar e imprimir ese sello tan familiar para cualquiera que conoce su carrera, ya que recrimina sin pudor al sistema de gobierno y ese injusto desbalance que existe entre ambos sectores: el rico y el pobre. Algo muy positivo, es que dichos pensamientos se encuentran distribuidos cuidadosamente durante la novela y resultan ser muy acertados, en su mayoría. En palabras del autor: «En Guatemala, la realidad supera muchas veces a la ficción.»
En otras palabras, el autor emplea un gran número de páginas construyendo a estos personajes para luego desmoronarlos, y así poder avanzar en la trama hasta concluirla de forma un tanto abrupta. Por ello, considero que Sánchez nos queda a deber en este apartado. Hubiera preferido, por ejemplo, que los dos capítulos del velorio en el que el padre Anselmo y don Pancho cuentan una gran cantidad de historias a los vecinos del barrio, se redujeran a un solo capítulo. Ello habría aportado un poco de espacio para desarrollar a los personajes de más peso dentro de la novela.
Haroldo Sánchez ha editado otros libros como Vendo mi caja, Me quiero morir y La historia a través de los ojos de Bapa, pero debido a las temáticas que abarca, su opera prima sigue causando impacto en la actualidad a 17 años de su lanzamiento. Recomendada para el lector casual y para aquellos que buscan alejarse de las tramas convencionales con poca substancia que abundan en los best sellers de la literatura moderna.