PUBLICACIÓN POR ENRIQUE ALFARO / 25 DE MAYO 2019
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Virgen de los Reyes “La Inmaculada Concepción” fotografìa de De Cheal 12 – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0. |
Las esculturas religiosas tienen por finalidad recordar al personaje que representan y además propagar una enseñanza de fe. Pero si estas logran sobrevivir en el tiempo, llegan a convertirse en un símbolo de identidad. Por ello se puede decir que la identidad de una comunidad religiosa es la obra de arte que más logra impactar en los que asisten a ella.
Cuando una obra trasciende fuera del recinto religioso y llega a impactar en otras regiones se puede decir que su popularidad es efecto exclusivo de esa influencia. Y esto ocurre porque existen causas identificables para que una imagen llegue a ser un símbolo de diferentes lugares, tiempos y generaciones.
Ejemplo de ello es la Inmaculada Concepción. Este es un dogma de fe, que en la República de Guatemala se le ha dado gran importancia. Sigue siendo tan importante que basta emigrar a otros lugares del país para entenderlo.
Este dogma, dentro del catolicismo, afirma que Dios crea a María, madre de Jesús, sin pecado original. Este hecho causaba gran problema, para los teólogos, pues unos estaban a favor y otros en contra. Durante muchos siglos esta disputa teológica logro formar diferentes posturas. Con la declaración del dogma, como verdad
de fe, todos terminaron por aceptarlo y creerlo.
En la historia
En el territorio que comprende actualmente la República de Guatemala, se pueden distinguir varias acciones por la defensa de esta creencia. Primero los votos de 1617, que dan origen al rezado del 8 de diciembre; los juramentos llamados de sangre (las personas decían creer este hecho y dar la vida si era necesario), el más llamativo es el voto y juramento de 1654. También el Hermano Pedro (residente de Antigua Guatemala y canonizado en 2002) fue uno de los que también firmaban y propagaban esta creencia.